Nadie quiere ver demasiado la realidad. Simplemente es insoportable, tanta crudeza, cotidianidad, simplicidad, inutilidad, todo el rededor sin sentido, que si bien nos complace la mayor parte del tiempo, siempre deja ese sentimiento de vacío, de necesidad, eso que nos dice que algo falta.
Creo firmemente que en eso se basa el éxito del arte, su trabajo es intentar llenar ese hueco, sin conseguirlo ni una sola vez. Quizás sea algo imposible de llenar por lo material, es decir, nada perceptible por los sentidos puede siquiera ser foráneo de la realidad, simplemente es otra de sus incontables partes, que como toda unidad es inútil. Pero siendo honestos, no creo que los sentimientos sean capaces de llenar este vacío, porque siempre tienden a convertirse en rutina, en un mecanismo rítmico, y muchas veces, su duración es tanta y sin cambios que simplemente nos olvidamos de su existencia, solo sabemos que están ahí hasta que el ritmo cambia.
Nada puede llenar ese hueco, es simplemente imposible. La ventaja de muchos se basa en que ni siquiera lo notan, digamos que son inmunes a su existencia, o simplemente no tienen tiempo de prestarle atención.
Lo único que queda, son esos momentos perfectos, donde todo parece colaborar para llenarnos de una forma completa durante un segundo, momentos que solo la fantasía me ha dado.