domingo, 23 de octubre de 2011

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¿Por qué la vida siempre tiene que transcurrir pensando hacia el futuro? La mejor parte de nuestra vida la desperdiciamos preparándonos para recibir a la decadencia. Tenemos tan impuesta la forma de vivir, lo único que podemos hacer es seguir alimentando a la sociedad, esta es la única forma de vivir, pero ¿Por qué debe importarme la sociedad? Esta me fue impuesta, al igual que la moral. ¿Porque he de estar conforme con todo esto?

Qué gran negocio ha hecho la humanidad para garantizar su supervivencia.

¿Cómo es posible que el individuo siempre busque una identidad propia, si es imposible alcanzarla? La búsqueda de la originalidad nos da la ilusión de poder elegir nuestra vida, nos hace creer que en verdad hay razón para vivir, más allá que la supervivencia de la especie.

Ahora sé que la capacidad de razonar tiene como precio el ser un animal sociable. Es aquí donde el instinto de supervivencia se impone de nuevo. La razón nos lleva a la conclusión de que se necesita cooperar para sobresalir como especie. Que limitante para el individuo, siempre estar bajo la mirada de sus semejantes, estando en un juicio continuo de comportamiento. La sociedad ha tenido todo el tiempo del mundo para crearnos la ilusión de libertad, ese es el propósito de su evolución. Nos es inculcado en la moral las normas para proteger y buscar el desarrollo de la esta. Funcionamos como protectores, policías de la sociedad eliminando a todo individuo que atente contra ella.

Pero no se puede obtener este comportamiento sin crear la ilusión de que obtendremos algo a cambio. Por eso se creó el capitalismo, este te recompensa según  tu nivel de esfuerzo o contribución a la sociedad. Pero su truco esta en hacerlo cuando ya le eres inútil para su propósito, cuando ya no puedes aportar y eres un decrepito anciano, cuando has gastado toda juventud y plenitud es ahí cuando el hombre se vuelve más libre, libertad que ya no sirve.

¡Maldito dios! no conforme con imponernos la vida, también nos ha impuesto el cómo vivirla. El instinto, ese es su poder. No podemos ir en contra de él. Deberíamos olvidarnos del instinto por un instante y dejarnos seducir por la muerte y su inconmensurable belleza.

viernes, 14 de octubre de 2011

vida

La vida es sinónimo de rutina. 

Que realidad tan desalentadora. No  importa la rutina que haga, no soy capaz de soportarla por largo tiempo, aunque la hubiese disfrutado al principio. Es simplemente como si todo tuviera una fecha de caducidad.

Quizás es cierto que la vida es curiosidad. Quizás es por eso que mi realidad sin importar cual sea me parece gris, aburrida. Es como si un tono se repitiese hasta el cansancio sin variar siquiera de ritmo, si eso es la vida, nada más que monotonía, solo eso. Me parece increíble que haya gente capaz de disfrutarla bajo el asfixiante peso de la rutina. Esta incapacidad de disfrutar la monotonía me limita.

Un día leí por ahí “el poder tener certidumbre es de las peores cosas que a alguien le puede pasar” y aunque sea verdad, eso no aplica en la realidad. La vida se basa en buscar la certidumbre. Por eso existen palabras como futuro en todos los idiomas, es por eso que los padres te mandan a la escuela o te enseñan algún oficio; por eso inventaron el matrimonio, para tener la certidumbre de no estar solo. 

Quizás es que no he encontrado lo que en verdad me complace. O quizás es la rutina de respirar la que me ha aburrido.